Un equipo formado por científicas y científicos del Departamento de Microbiología y Ecología de la Universitat de València, el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA, CSIC), situado en el Parc Científic de la UV (PCUV), y el Leibniz Institut de Alemania acaban de publicar un estudio en el International Journal of Microbial Systematics and Evolutionary Microbiology, una de las revistas de la Microbiology Society, que analiza los epónimos procariotas –bacterias y arqueas– desde una perspectiva de género. Se trata del mayor análisis en nomenclatura biológica jamás realizado –más de 23.000 nombres– y de la primera vez que se lleva a cabo con este tipo de organismos. Los datos se obtuvieron de la ‘Lista de nombres procariotas con estatus en nomenclatura (LPSN)’. Excluyendo nuevas combinaciones, se analizaron las etimologías de 23.315 nombres únicos en el rango de género, especie y subespecie –un total de 2018 nombres (8,7%) son epónimos– y se investigó el desarrollo de la participación femenina a lo largo del tiempo.
Las desigualdades de género en microbiología pueden manifestarse de formas muy distintas. La infrarrepresentación de las mujeres en los órganos de toma de decisiones en entornos académicos, industriales y científicos son más que evidentes, aun siendo la igualdad de género uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. En biología, una de las formas en que se otorga reconocimiento público a las personalidades más destacadas en cada campo es a través de la formación de nombres científicos derivados de nombres propios, es decir, mediante la concesión de epónimos.
“Sólo el 14,8% de todos los epónimos procariotas se refieren a mujeres y esta proporción apenas ha mejorado desde 1947, aun habiendo aumentado considerablemente la contribución de las mujeres a la Microbiología”, David Ruiz Arahal, catedrático de Microbiología de la Universitat de València y responsable del proyecto
Según el artículo, las mujeres comenzaron a ser reconocidas muy recientemente en comparación con los hombres. La primera mujer honrada con un epónimo fue Delia E. Johnson en 1947, una microbióloga estadounidense pionera en el estudio de las bacterias quitinolíticas del suelo con motilidad deslizante, que da epónimo a la bacteria Cytophaga johnsonae. Esto fue 124 años después de la primera vez que se honrara a un hombre, el físico italiano Serafino Serrati, con el epónimo de Serratia en 1823. “Sólo el 14,8% de todos los epónimos procariotas se refieren a mujeres y esta proporción apenas ha mejorado desde 1947, aun habiendo aumentado considerablemente la contribución de las mujeres a la Microbiología”, comenta David Ruiz Arahal, catedrático de Microbiología de la Universitat de València y responsable del proyecto. “En una fuente reciente sobre brecha de género en ciencia, la microbiología rozaba el 45% de autorías por mujeres en 2016 con un crecimiento positivo y previsión de paridad en un horizonte de 5 años o menos”, añade el científico.
El análisis revela, además, que la brecha de género afecta también al número de reconocimientos múltiples. Así, entre las cuatro personas honradas con más de siete epónimos aparecen Louis Pasteur, Hans Georg Trüper y Qing-Sheng Fan, pero sólo una mujer, Wen-Xin Chen. Con el fin de cambiar esta tendencia y contribuir a reducir la brecha de género, el estudio alienta a proponer nuevos nombres de taxones para honrar a científicas que puedan erigirse como modelos a seguir para las nuevas generaciones. “Para ello, compilamos listas a partir de referencias independientes que también aportan datos biográficos notables. Nombrar a los procariotas con nombres de mujeres que han contribuido a la microbiología u otras ciencias aumentaría, sin lugar a dudas, su visibilidad”, explica Lola Giner Pérez, investigadora del IATA y cofirmante del artículo.
Con el fin de cambiar esta tendencia y contribuir a reducir la brecha de género, el estudio alienta a proponer nuevos nombres de taxones para honrar a científicas que puedan erigirse como modelos a seguir para las nuevas generaciones
Referencia: The gender gap in names of prokaryotes honouring persons. Heike M. Freese, Lola Giner-Pérez, Aharon Oren, Markus Göker, David R. Arahal. Microbiology Society. https://doi.org/10.1099/ijsem.0.006115