Los episodios de calor extremo en las ciudades, cada vez más intensos, frecuentes y prolongados, suponen una amenaza para el ambiente y para la salud de los ciudadanos. Contrarrestar estos efectos requiere no solo comprender sus causas, sino también diseñar estrategias de adaptación a las condiciones climáticas cambiantes como consecuencia del calentamiento global.
Partiendo de que la dinámica espaciotemporal de la temperatura de la superficie se encuentra estrechamente relacionada con la cobertura del suelo —muy heterogénea en las áreas urbanas— y con las condiciones atmosféricas, el estudio realizado por el equipo de la Universitat de València (UV) ha recopilado datos de los satélites ECOSTRESS y Landsat para monitorear, a muy alta resolución, la temperatura de la superficie terrestre (LST) en la ciudad de Valencia (España). A partir de una selección de 17 imágenes representativas durante los periodos de julio y agosto de 2022 y 2023, han podido monitorear tanto la temperatura como las islas de calor de la superficie urbana (SUHI), es decir, los puntos calientes o críticos de la ciudad. Así se ha configurado el primer mapa de alta resolución de zonas climáticas locales para Valencia ciudad, convertida en modelo de estudio climático de las urbes mediterráneas.
Los resultados indican qué tipos de edificios experimentan una mayor intensidad de calor y señalan los puntos especialmente calientes; dan evidencia de la relación entre presencia de vegetación y enfriamiento nocturno, y permiten deducir, por ejemplo, que la baja capacidad de disipación de calor de los edificios compactos de gran altura producen un efecto de calor más elevado durante la noche
Publicado en International Journal of Applied Earth Observation and Geoinformation (Elsevier), el trabajo muestrea la temperatura de las superficies urbanas por zonas —rastreadas en una escala de 10 metros— y por espacios temporales —día y noche—; delimita las islas de calor y proporciona información valiosa para que quienes formulan las políticas urbanísticas y ambientales afronten eficazmente los problemas asociados a un clima extremo.
El estudio detalla la especificidad de cada área según el esquema de clasificación de ‘zonas climáticas locales - LCZ’, guía que proporciona a urbanistas y arquitectos una perspectiva novedosa sobre la influencia que ejerce la cobertura del suelo sobre la dinámica térmica del entorno urbano. “Los responsables de las políticas deben monitorear de cerca los edificios y las superficies más afectadas durante las olas de calor y proponer las medidas de mitigación correspondientes para mejorar el ambiente”, comenta José Antonio Sobrino, catedrático de Física de la Tierra y Termodinámica de la UV, e investigador principal de este trabajo realizado por la Unidad de Cambio Global (UCG) del Image Processing Laboratory (IPL), ubicado en el Parc Científic de la Universitat de València.
Los resultados indican qué tipos de edificios experimentan una mayor intensidad de calor y señalan los puntos especialmente calientes; dan evidencia de la relación entre presencia de vegetación y enfriamiento nocturno, y permiten deducir, por ejemplo, que la baja capacidad de disipación de calor de los edificios compactos de gran altura producen un efecto de calor más elevado durante la noche.