Las fugas y derrames de combustible son una de las principales causas de contaminación de suelos y aguas subterráneas. Desde los vertidos en el océano hasta las fugas en tuberías o gasolineras de zonas muy urbanizadas, los combustibles pueden producir daños ecológicos muy graves.
La biorremediación es uno de los métodos utilizados para devolver a su condición natural a un medio ambiente afectado por la contaminación. Se trata de un proceso biotecnológico que saca partido de las capacidades catabólicas de los seres vivos, en su mayoría microorganismos, y las aplica a la degradación de contaminantes.
Aunque la búsqueda de microorganismos adecuados para la biorremediación de ambientes alterados por hidrocarburos suele realizarse en terrenos o zonas costeras contaminadas, el equipo de investigación del Instituto de Biología Integrativa de Sistemas (I2SysBio, UV-CSIC) ha analizado la microbiota que prospera debajo de las tapas de los depósitos de combustible, tanto de coches diésel como de gasolina, y se ha encontrado con una biodiversidad distinta a la de otros entornos contaminados por hidrocarburos. “Son comunidades microbianas más parecidas a las que encontramos en superficies secas o áridas, como las placas solares, que a las que aparecen por ejemplo en los suelos contaminados, que son los lugares tradicionales para la búsqueda de este tipo de bacterias”, comenta Àngela Vidal Verdú, investigadora del I2SysBio y primera firmante del artículo. “Con ello ampliamos el campo de búsqueda de estos microorganismos de enorme potencial para la biorremediación”, añade.
El estudio publicado en la revista Biofilm and Microbiomes presenta una caracterización completa del microbioma bacteriano de este nicho hasta ahora inexplorado –la tapa del depósito del coche– e identifica varios tipos de cepas, principalmente proteobacterias –bacterias que incluyen gran variedad de patógenos– con capacidad para biodegradar el diésel. Y establece una colección de cepas cultivables, principalmente de los géneros Pseudomonas, Stenotrophomonas, Staphylococcus y Bacillus, algunas de las cuales han mostrado un claro patrón de degradación del gasóleo, lo que sugiere su posible uso para la biorremediación. Se ha caracterizado, además, una posible nueva especie de Isoptericola como una eficaz degradadora de diésel. “Nuestros resultados demuestran el interés del estudio de nichos ecológicos, que aparentemente son banales, pero que bajo presiones selectivas fuertes (en este caso presencia de hidrocarburos en una ambiente pobre de otros nutrientes) son una fuente de microorganismos de gran potencia industrial”, enfatiza Manuel Porcar, coordinador del trabajo.
Para la realización del trabajo, el equipo ha utilizado diferentes técnicas, entre ellas la Cromatografía de Gases acoplada a Espectrometría de Masas (GC/MS) y la Secuenciación de Nueva Generación (NGS, por sus siglas en inglés), un método más rápido para secuenciar ADN y ARN que está revolucionando la genómica y la biología molecular.
Referencia:
The car tank lid bacteriome: a reservoir of bacteria with potential in bioremediation of fuel. Àngela Vidal-Verdú, Daniela Gómez-Martínez, Adriel Latorre-Pérez, Juli Peretó, Manuel Porcar. npj Biofilms and Microbiomes.
https://www.nature.com/articles/s41522-022-00299-8
FOTO: los autores del artículo