La mariposa podalirio (Iphiclides podalirius) es una de las mariposas más grandes, vistosas y socialmente más conocidas en nuestro país. Su tamaño, que alcanza los diez centímetros de envergadura, su color blanco amarillento cruzado de rayas negras, sus dos largas colas en las alas posteriores y su frecuencia en entornos urbanos y rurales, son responsables de que este insecto sea reconocido y representado desde antiguo en las principales obras de Entomología.
Sin embargo, ha existido una controversia importante entre los especialistas de la materia al respecto de esta mariposa. Sus poblaciones son sensiblemente diferentes, en rasgos morfológicos muy sutiles, entre las que ocupan una parte y otra del Pirineo. Desde Francia meridional hacia el norte de Europa (considerada Iphiclides podalirius), la especie es más amarillenta, con una apariencia distinta a la de la especie de España, Portugal y norte de África, que es de colores más pálidos y formas algo más estilizadas (considerada Iphiclides feisthamelii).
Los expertos nunca se han puesto de acuerdo en el hecho de considerarlas especies distintas o simplemente subespecies. Las diferentes características que permiten diferenciar a unas especies de otras, como el análisis de los aparatos genitales y la presencia de caracteres morfológicos constantes, aplicados a este caso no eran suficientemente significativos como para justificar una u otra opción. Sin embargo, los científicos no han observado ejemplares con características intermedias entre ambas poblaciones, por lo que había una evidencia importante de la existencia de una barrera entre ambos grupos.
En el transcurso de la investigación, el análisis molecular generó también resultados dispares. Un marcador molecular mitocondrial, denominado Código de Barras genético o Barcoding, utilizado con frecuencia para la identificación de especies, agrupaba las poblaciones europeas por una parte y las africanas por otra. Un segundo marcador, esta vez nuclear, acorde con los datos morfológicos, separaba el grupo de España, Portugal y África del resto de Europa.
Este nuevo trabajo, que aborda análisis desde disciplinas muy diferentes, ha permitido resolver la cuestión. Por un lado, el patrón del espectro de luz ultravioleta (UV), no detectada por los humanos pero sí por los insectos, revela que los machos de ambos conjuntos poblacionales son marcadamente diferentes en este espectro, de forma que las hembras podrían seleccionarlos a voluntad. “Esto explicaría la ausencia o baja frecuencia de híbridos en las zonas de contacto de ambas poblaciones, así como la presencia de una barrera específica –en este caso etológica– que separaría ambos taxones”, explica Enrique Font, investigador del Institut Cavanilles de Biodiversitat i Biologia Evlutiva de la Universitat de València. El estudio de la armadura genital, esta vez mediante medidas específicas de partes concretas y el cálculo de sus proporciones, también revela diferencias constantes entre una mariposa (I. podlirius) y la otra (I. feisthamelii), según explica el artículo.
El resultado contradictorio que se obtuvo al analizar el código de barras genético respecto al nuclear era una cuestión importante a resolver y, en este sentido, el trabajo revela resultados interesantes. Los insectos disponen, con frecuencia, de una bacteria endosimbióntica que vive en el interior de sus células. Estas bacterias pertenecen al género Wolbachia, son de herencia maternal –como las mitocondrias– y se ha descubierto en los últimos años que tienen un papel muy importante en la evolución de los insectos. Los diversos linajes de ambas especies de mariposas podalirio tienen cepas distintas de esta bacteria, que se ajustan perfectamente a las agrupaciones obtenidas mediante el análisis del UV, excepto para la que ocupa la península ibérica. En este caso, los datos demuestran que debió haber una infección cruzada entre el linaje europeo e ibérico hace tiempo y que este cruce, probablemente excepcional y puntual, generó una introgresión de material mitocondrial y Wolbachia en la población de podalirio ibérica, introgresión que es la causa de que el Barcoding detectado no se ajuste a los resultados esperados atendiendo a los marcadores nucleares.
El trabajo, según los científicos, pone en valor la importancia de analizar procesos secundarios (como las infecciones por Wolbachia) que pueden tener consecuencias notables en las secuencias mitocondriales de los insectos, en su asignación específica y en los análisis filogenéticos. Por otro lado, el resultado es de relevancia para la gestión y conservación de especies. “El hecho de que la mariposa podalirio de la península Ibérica y norte de África sea finalmente una especie diferente obliga a las administraciones de gestión del territorio y patrimonio natural a tomar unas medidas determinadas”, comenta Sergio Montagud, investigador del Museu de la Universitat de València d’Història Natural. “La especie ya no es de distribución europea generalizada, sino que se trata de un taxón de localización más restringida, cuya conservación exclusiva recae en las administraciones española y portuguesa, en el ámbito europeo. Al tratarse de una especie de entornos rurales y urbanos, cuya larva se alimenta de hojas de árboles frutales sin llegar a convertirse en plaga de los mismos, el empleo extendido de pesticidas, fumigaciones y tratamientos abusivos ponen en riesgo la presencia de esta especie en nuestro entorno. Su continuidad como especie propia es responsabilidad, ahora más que nunca, de nuestras propias administraciones”, concluye.
El trabajo, en el que participa la Universitat de València, está liderado por investigadores del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona (IBE), centro mixto del CSIC y de la Universitat Pompeu Fabra (CSIC – UPF).
Referencia:
Two consecutive Wolbachia‐mediated mitocondrial introgressions obscure taxonomy in Palearctic swallowtail butterflies (Lepidoptera, Papilionidae). Gaunet A, Dincă V, Dapporto L, Montagud S, Voda R, Schär S, Badiane A, Font E, Vila R. 2019.
https://doi.org/10.1111/zsc.12355