Se trata del proyecto REMO (Radiotrazadores para el estudio de Ecosistemas Marinos y Oceánicos). Su objetivo es analizar los efectos del cambio climático en la fauna marina, que se encuentra afectada por la elevada acidificación de los océanos, efecto que se viene produciendo por el incremento de emisiones de CO2 a la atmósfera. Según el equipo, ejecutar este estudio con corales y moluscos es fundamental por tratarse de organismos que construyen sus esqueletos o sus conchas con carbonato de calcio, por lo que un aumento en la acidez del agua perjudicaría su crecimiento.
El proyecto se realizará en dos acuarios del Oceanogràfic, y la principal herramienta para el análisis del calcio absorbido por los invertebrados será un detector desarrollado por el IFIC con tecnología nuclear. Esta técnica utiliza un radiotrazador disuelto en agua –Calcio-45 radioactivo–, que mide la cantidad de calcio de una forma no perjudicial ni destructiva para el propio animal. Este método también permitirá monitorizar la captación de calcio de un mismo individuo durante todo su crecimiento y desarrollo, una práctica hasta el momento no desarrollada en España.
Además, el grupo del IFIC tiene como objetivo la implementación de su uso en otros campos de la investigación científica con ecosistemas marinos, como el de la nutrición, la parasitología, la microbiología y la ecología.
El avance también permitirá una mejor comprensión de la calcificación en organismos, incluido el humano, contribuyendo así a los avances de la biotecnología en el campo de las ciencias médicas.
Se trata de una iniciativa multidisciplinar que cuenta con financiación de la Agencia Estatal de Investigación, a través de proyectos nacionales, la Generalitat Valenciana, mediante la iniciativa ThinkInAzul, y el INFN italiano. El proyecto está liderado por el Instituto de Física Corpuscular y cuenta con la participación del Oceanogràfic de València, el Instituto de Acuicultura Torre de la Sal (IATS-CSIC) y el Istituto Nazionale di Fisica Nucleare de Italia (INFN-LNL). REMO tiene una duración de tres años.
Las consecuencias de la acidificación de los océanos
La acidificación de los mares y océanos no solo amenaza al medio marino, sino también a la seguridad alimentaria y la economía. El 60% de los arrecifes de coral de todo el mundo está en peligro como consecuencia de la actividad humana y se estima que, a este ritmo, más de la mitad podrían desaparecer en 2030. El 25% de la biodiversidad marina se encuentra en los arrecifes de corales. Un deterioro de estos afecta a la biodiversidad a nivel global.
Los corales, al igual que algunos moluscos como los mejillones o las caracolas, depositan carbonato cálcico en sus esqueletos y conchas, y un incremento de la acidificación del agua les afectaría a lo largo de su desarrollo y muy especialmente en las primeras fases, alterando su crecimiento y haciéndolos, por ejemplo, más frágiles y vulnerables frente a sus depredadores; una reacción en cadena que afectaría a la biodiversidad, al equilibrio del ecosistema marino y, en consecuencia, al de todo el planeta.