La EASAC (Consejo Asesor de las Academias Europeas de Ciencias), que agrupa a las Academias de Ciencias de los Estados miembros de la Unión Europea, ha publicado un informe en el que analiza el papel de las alternativas a la carne para afrontar los desafíos relacionados con el clima, la salud y la sostenibilidad del sistema alimentario
El documento examina el rápido crecimiento de estas opciones, que abarcan desde proteínas de origen vegetal e insectos hasta la carne cultivada en laboratorio. Su objetivo es ofrecer a los responsables políticos una hoja de ruta basada en la evidencia científica, en un momento en el que la UE busca definir estrategias más sostenibles para el consumo de proteínas.
En este análisis ha participado Mónica Flores, investigadora del grupo de Alimentos Protéicos del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA-CSIC), ubicado en el área científico académica del Parc Científic de la Universitat de València (PCUV), quien ha contribuido en las secciones dedicadas a las cuestiones tecnológicas y de producción. “Se trata de un estudio riguroso que revisa, desde la ciencia, las alternativas que existen hoy en día y las que se están desarrollando”, explica. Para Flores, uno de los valores del informe es que ha cuidado especialmente “la imparcialidad” en un tema “tan complejo” como el consumo de carne.
“El marco político todavía va por detrás de los avances científicos y tecnológicos”, señala el profesor Bert Rima, presidente del grupo de trabajo de la EASAC. “Es probable que las futuras generaciones europeas consuman menos carne, lo cual puede ser necesario y beneficioso. Este informe ofrece orientación para ayudar a los consumidores a tomar decisiones informadas”.
El análisis muestra que varias alternativas a la carne tienen potencialmente una huella medioambiental menor que la carne convencional, que los insectos y la fermentación microbiana proporcionan fuentes de proteínas eficientes con un impacto medioambiental mínimo cuando se utilizan materias primas sostenibles, y que la carne cultivada podría ofrecer beneficios de sostenibilidad, si el proceso se alimenta con energías renovables
El análisis muestra que varias alternativas a la carne tienen potencialmente una huella medioambiental menor que la carne convencional, que los insectos y la fermentación microbiana proporcionan fuentes de proteínas eficientes con un impacto medioambiental mínimo cuando se utilizan materias primas sostenibles, y que la carne cultivada podría ofrecer beneficios de sostenibilidad, si el proceso se alimenta con energías renovables.
Las alternativas pueden contribuir a una alimentación equilibrada, pero no todas son iguales: algunos productos vegetales procesados pueden contener un exceso de sal y grasas saturadas. Se necesitan más datos sobre los efectos a largo plazo de los productos más novedosos, como la carne cultivada y las proteínas de fermentación de precisión.
La fermentación y la carne cultivada muestran un gran potencial, pero se enfrentan a obstáculos en cuanto a costes y escalabilidad. El estudio asegura que se necesita financiación pública estratégica y políticas claras para impulsar una innovación segura y sostenible.
Fuente: IATA
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